Martes 13/9: Como los días anteriores, nos levantamos los tres a la vez y desayunamos juntos antes de que Miguel se marchase a trabajar. A continuación, Isma y yo, nos fuimos andando a una oficina de Europcar (la misma donde unos días antes había alquilado Miguel el Mercedes y que devolvimos a nuestra vuelta de Frankonia el domingo por la noche) para alquilar un segundo coche y seguir con nuestro planing de visitas. Una vez allí decidimos coger un coche compacto, diesel y con navegador, y el coche que nos ofrecieron fue el VW Jetta TDI que ya habeis visto en las fotos. No tardamos en hacer todo el proceso de su alquiler pues ya tenían nuestros datos de la anterior vez así que en menos de 10 minutos salíamos ya montados en nuestro nuevo compañero de fatigas.
Ya en marcha, decidimos acercarnos a un Lidl cercano y tras hacer algo de compra (fruta, algo de embutidos, ensaladas, pan, bebidas, etc), dejamos las cosas que no ibamos a necesiatar en casa, y de nuevo al coche, fijamos ruta en el navegador y rumbo a Aquisgran (Aachen en alemán). Deciros que esta ciudad es una de las más antiguas de Alemania y muy importante en su día por ser allí donde se creo la idea de Europa tal y como hoy la conocemos hace varios siglos. Además, no se encontraba muy lejos de nosotros pues sólo se encuentra a 70 kms aproximadamente de Mönchengladbag.
Una vez en Aachen, fuimos directamente al centro, aparcamos el coche en un parking céntrico, y a patear las calles armados con nuestras cámaras de foto y vídeo. El tiempo seguía acompañándonos, con predominio de cielos despejados y algunas nubes que en ocasiones se volvían más oscuras pero que no supusieron más problema que las variaciones térmicas y de luz. Al poco de empezar a andar, descubrimos una ciudad con mucho encanto, repleta de detalles muy bonitos, edificios civiles, religiosos, calles empedradas, bares con sus terrazas llenos de vida, y todo siempre muy limpio y cuidado. Así llegamos a la zona más turística en torno a la Catedral y el Rathaus (Ayuntamiento) que se encuentra a su espalda, espectaculares ambos especialmente el segundo por sus dimensiones. Cerca de allí, en una bocacalle se encontraba la oficina de Turismo que visitamos para ver qué otras cosas merecía la pena visitar/ver por allí. Nos marcamos las cosas en el mapa y continuamos nuestro paseo, interrumpido cada poco por inevitables paradas fotográficas. Fuentes, parques, edificios singulares, etc salían a nuestro encuentro. Así estuvimos un buen rato hasta que sobre las 14h aprox. (ya tarde para los teutones) decidimos parar para comer, que lo hicimos en un restaurante medio italiano que nos había gustado en nuestro caminar por la ciudad. Comimos en su terraza al aire libre aunque a decir verdad pasamos algo de fresco en la segunda mitad de la comida debido a que el cielo se cubrio casi completamente y se levanto más aire. Con todo, comimos bastante bien.
Tras la comida, recorrimos lo que nos quedaba por ver del centro y volvimos hacia el parking en el que por la mañana habíamos dejado nuestro coche. Con éll fuimos a visitar un par de Palacios de las afueras, que luego resultaron ser uno un hotel de lujo y el otro el Casino de Aquisgran, ambos contiguos en una zona de parques muy bonita. El tiempo volvio a mejorar, y volvían a predominar los cielos despejados y el sol, lo cual agradecíamos. La temperatura rondaría los 24-25º, muy agradable para moverte de un lado a otro sin pasar calor. Estuvimos alrededor de 15-20 minutos por la zona, haciendo fotos y disfrutando de la belleza del lugar, y volvimos al coche dando por conluída nuestra visita a Aquisgran. En el coche, y de camino en teoría de vuelta a Mönchengladbag, se nos ocurrió pasar a Bélgica ya que Aachen es practicamente fronteriza entre ese país y Alemania, pero siempre enteramente germana. Pronto vimos varias indicaciones a Bruselas, y otras ciudades, pero que desechamos por quedarnos algo más retiradas y teniendo en cuenta que no teníamos demasiado tiempo si queríamos llegar a cenar con Miguel. Decidimos ir pues a Lieja, que estaba a unos 30-35 kms y que tanto Isma como yo no conocíamos. Una experiencia el pasar de un país a otro sin necesidad de pasar control fronterizo alguno que yo ya había vivido en varias ocasiones pero que no deja de llamarme la atención pues también recuerdo la época en la que sí había que detenerse y acreditarse a cada paso fronterizo. Ahora, y en nuestro caso, las únicas indicaciones de pasar de uno a otro país estaban en los letreros indicativos de la carretera y las matrículas de los coches. En el camino, y por una carretera convencional de doble sentido, hasta Lieja hicimos un par de paradas fotográficas pues los paisajes siempre verdes resultaban muchos muy pintorescos.
Ya en Lieja lo primero que nos llamó la atención fue su tráfico (parecía que entrabamos en Madrid) y su suciedad. Lo primero motivado fundamentalmente por una planificación urbanística complicada y antigua y sobre todo por la hora de nuestra llegada, sobre las 17-17.30 horas, horario en el que en muchas partes de Europa se sale de trabajar y se notaba en la circulación. En cuanto a la suciedad conviene explicar. No es que vieramos mucha suciedad por los suelos, que también se veía en comparación con la ausencia total de ella en Alemania, sino también en lo grises de muchos de sus edificios. Ésto último es algo que ya recordaba de mis anteriores estancias en Bélgica, ciudades bonitas pero muy grises (polución) y algo descuidadas. Por suerte el tiempo era bueno y el sol lucía, sino nuestra impresión de la ciudad probablemente hubiera sido peor. Como en otras ocasiones, dejamos el coche en un parking del centro, y a patear!.
La ciudad nos descubría su caracter, evidentemente más bullicioso y ruidoso que el de Aquisgran, menos cuidado, pero también interesante. A nivel sociedad, nos llamó la atención el ver muchas más personas de color y especialmente de procedencia islámica, probablemente del Magreb. Dimos un buen paseo con sus ruitnarias fotos y decidimos parar en un boulevard lleno de terrazas muy del estilo Belga-Francés para degustar una de las mejores cosas que tiene este país, la cerveza. Creedme si os digo que quiza sea menos conocida mundialmente que la alemana, pero no tiene nada que envidiarle, con una variedad amplísima de marcas y tipos, destacando a mi jucio especialmente las cervezas de Abadía. Y como os digo, allí nos sentamos mi amigo Isma y yo a disfrutar del atardecer con nuestros buenos vasos de cerveza, Jupiter en este caso. Una cerveza algo ligera ya que no queríamos tomar una más fuerte ya que debíamos conducir luego unos 70-80 kms de vuelta a casa. Curiosidades de la vida, estuvimos sentados en la terraza de un café llamado "Le petit Paris" (El pequeño Paris). Y ciertamente como os decía antes ese era el ambiente que se respiraba allí, en ese repleto de gente boulevard del centro de Lieja (Liege para los franceses). Tras la cervecita y unas fotos, un breve paseo más y al coche para volver a cenar con Miguel.
Ya en Mönchengladbag, dejamos las cosas en casa, y acudimos a un bar/restaurante donde Miguel nos esperaba junto a algunos compañeros de trabajo para cenar, es sitio una curiosa mezcla de Griego y Alemán, lo dicho, muy curioso, aunque a decir la verdad la comida no nos entusiasmó, sí la bebida, cerveza "natürlich" (por supuesto en alemán

).
Tras la cena, fuimos a otro bar a ver el final del partido del Madrid de champions (nunca pensé en que vería futbol español allí pero Miguel sabía dónde verlo jeje) y tras otra cerveza de medio litro, nos fuimos a otro local, este menos típico alemán, más estandar, a donde ibamos para disfrutar de música en vivo, otra de las pasiones de mi amigo "medio alemán" y que yo comparto. El local llamado Proyekt 42 no era nada especial pero dentro su ambiente no estaba mal, con poco público pero el justo para encontrarte acompañado y disfrutar bien de la jam sesión que nos ofrecieron varios músicos entre los que había 2 guitarras, un bajo, un batería, un saxofonista y una cantante. Comentar que curiosamente en la mayoría de locales nocturnos de Alemania aún se permite fumar en su interior, lo que a mí personalemnte me desagrada bastante especialmente después de un año ya "libre de humos" en nuestra querida piel de toro y sus islas. Poco más que comentar, unas cervezas más en ese mismo local, y a la salida Isma y yo nos acercamos a un Kebab House cercano a casa para "completar" nuestra cena antes de recogernos y acostarnos. Además el día siguiente prometía depararnos fuertes sensaciones, como así sería.
Continuará...
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